Sentado y dibujando en Central Park, Nueva York. Era un día caluroso, y nada mejor que la sombra fresca de un bonito parque después de largos paseos para ver los lugares de interés.
Me sorprendió la cantidad de ardillas que había en el parque: eran muy libres y comían de nuestras manos. No es algo que esperes en medio de una ciudad como esta.