[Suhita Shirodkar en San José] Siempre me fascina la topiaria que veo en mi barrio. Árboles esquilados y con forma de globos y cubos, arbustos de copa plana y arbustos con forma de caniche. He pensado en registrar algunos en un libro-acordeón.
Y aquí está el aspecto de esas páginas, de cerca.
Arbustos perfectamente redondeados y altos árboles de cementerio.
El Dr. Seuss podría haber imaginado estos árboles.
Arbustos de copa plana.
¡Atrapados en el acto! Aquí están los esquiladores con su equipo pesado.
Nuestra gasolinera local está a favor de los árboles con forma de seta.
Antes de convertirse en caniches, eran olivos.
Hay algo en las líneas arquitectónicas súper marcadas que hace que la topiaria (casi) tenga sentido en esta última escena.
Fue un pequeño e interesante proyecto, realizado durante un par de días, mientras conducía por mi barrio en mis tareas cotidianas. Y me hizo preguntarme sobre nuestra necesidad de tomar lo que es salvaje, indómito y hermoso y convertirlo en algo encajonado, estandarizado y casi irreconocible.