El pasado 17 de diciembre miles de profesionales de la enseñanza se reunieron para protestar por unas mejores condiciones de trabajo. Esta manifestación siguió a una huelga nacional de dos semanas.
La ilustración de mi reportaje siguió nuestro paseo desde el "Marquês De Pombal" hasta la Assembleia da República (Parlamento portugués), en Lisboa.
Marquês De Pombal (emblemática rotonda del centro de Lisboa) se abrió paso hasta los coches y cedió su sitio a los profesores.
Fue increíblemente inspirador caminar, ver a tanta gente junta y poder pasear por este lugar, siempre tan abarrotado de coches a todas horas, ahora lleno de profesores que coreaban por una educación pública mejor.
La adhesión a esta protesta fue enorme (casi treinta mil profesores) y las tarjetas fueron explícitas:
"En la lucha por la educación, "Los profesores unidos jamás serán vencidos"; "Soy profesor, por favor, respétenme"; "Unidos para salvar la educación"; "No a la municipalización".
Esta última razón es, en palabras de algunos profesores, ofensiva. Este argumento del gobierno es ofensivo porque quita toda la autonomía e independencia a la clase profesional.
Otras reclamaciones incluyen la cuestión relativa a las cuotas de carrera o el cómputo completo de los años de trabajo en la enseñanza pública, que se congeló durante la época en que la troika llegó a Portugal, en 2011.
Ya frente a la Assembleia da República, destino final de la manifestación, el momento fue electrizante con la mayoría de los profesores, a una sola voz, gritando las palabras dirigidas al ministro João Costa: "Dimite"; "Es hora de que te vayas a casa".